5/3/09

Un análisis señala la publicidad de alimentos como causa de muchos desequilibrios dietéticos de los niños

Un estudio realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) concluye que los niños ven a diario alrededor de 100 anuncios, de los cuales el 48% son productos de alimentación, responsables en gran medida de los desequilibrios dietéticos de los niños.

  • Fecha de publicación: 28 de enero de 2005

En líneas generales, la alimentación es el sector estrella de la publicidad en general, según el estudio, que constata que el 25% de los anuncios son de este tipo. Esto supone más de 42 horas de emisión durante la semana. La OCU advierte del daño que los productos anunciados pueden ocasionar en la dieta de los niños. Ileana Izverniceanu, portavoz de la organización, asegura que "la mayoría de productos que proponen la publicidad emitida durante la programación infantil son ricos en grasa, azúcar o sal".

Izverniceanu afirma además que "la publicidad queda copada por el 'grupo de los 5': dulces, fast food, cereales azucarados, aperitivos salados y refrescos. Esta propuesta alimentaria es claramente contraria a las necesidades nutricionales de nuestros menores". En España, más del 26% de la población infantil presenta problemas relacionados con el peso y estas cifras se han duplicado en apenas una década.

El estudio de la OCU destaca sobre todo la cantidad de anuncios de un tipo de alimentación desequilibrada y poco sana. La organización ha remitido los resultados del estudio a las autoridades sanitarias, a las competentes en materia audiovisual y ha solicitado la adopción de medidas. Además, se ha dirigido a la industria alimentaria y a los anunciantes.

http://www.consumer.es/seguridad-alimentaria/2005/01/28/16426.php
Los ideales de belleza, en debate

Por OMAR GIMENEZ

Mientras la ley de talles aprobada en la Provincia exige a los comercios tener en stock todas las medidas de los modelos a la venta generando adhesiones y resistencias, aparecen en el mundo iniciativas destinadas a revisar el estereotipo femenino basado en la extrema delgadez e instalado a través de las super modelos. Detrás de las propuestas, que apuntan a rescatar la belleza natural de la mujer por sobre los cánones "inalcanzables" impuestos por el mercado, subyace la urgencia por frenar la creciente incidencia de los trastornos alimentarios, que afectan, sólo en la Argentina, a una de cada diez adolescentes y a edades cada vez más tempranas.

Por estos días, el ideal de belleza femenino basado en la delgadez extrema e instalado desde hace tiempo a través de las super-modelos aparece más cuestionado que nunca. Mientras una ley provincial recientemente sancionada exige que los comercios de ropa femenina ofrezcan una amplia gama de talles contemplando no sólo a las más delgadas -como sucede en la actualidad- sino también a las rellenitas, acostumbradas a irse de muchos negocios con las manos vacías, crecen las iniciativas que en el mundo tienden a reivindicar otro modelo de belleza, más natural y más próximo a lo que denominan la "mujer real", esa que pesa más que las modelos de moda y que muestra sus arrugas o sus canas.

Detrás de iniciativas de este tipo late una urgencia: la de reducir la incidencia hoy creciente de trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia, que ataca a edades cada vez más tempranas y que se vincula con el imperativo que pesa fundamentalmente sobre las adolescentes de ajustar sus medidas a las de un ideal estético que no se condice con el promedio: se estima que cada 8 mujeres que en el mundo responden a los cánones de belleza vigentes son 3.000 las que tienen otras características físicas.

Con todo ni unas ni otras iniciativas tiene el camino despejado. La ley de talles bonaerense ya tropieza con la crítica de comerciantes y fabricantes que prometen acudir a la justicia para evitar sanciones y la acusan de ser inconstitucional y alterar la libertad de comercio ya que "se está obligando a las empresas a fabricar una prenda que no podrá vender". Y van más allá. Dirigentes de las cámaras que nuclean a los fabricantes relativizan la relación del predominio de los talles chicos en los negocios con el crecimiento de los trastornos alimentarios.

Nutricionistas, psiquiatras, consumidores y ONG's orientadas a la lucha contra esos trastornos piensan distinto. Creen que la falta de talles grandes en el mercado y las denominaciones inciertas actúan como una presión que lleva a muchas adolescentes a exagerar las dietas y medidas para verse más flacas. Desde ese mismo sector se ve con los mejores ojos las iniciativas que buscan instalar un nuevo modelo de belleza en el mundo. Pero advierten que poner el foco sólo en el aspecto cultural es insuficiente. Y que se necesita, a la vez, apuntar a las cuestiones psicológicas, biológicas y sociales que se encuentran detrás de cada caso de bulimia y anorexia.

LA POLEMICA POR LA LEY DE TALLES

La escena tiene lugar en una casa de venta de ropa para chicas, en pleno centro platense. Una de las vendedoras, Valeria, reconoce que es un problema de todos los días el de las adolescentes que se van con las manos vacías porque no encuentan ropa para su talle. Le pasa a las rellenitas, dice Valeria. Pero también a las altas y a algunas demasiado bajitas. Y no es un problema de su comercio, aclara: "Pasa en todo el centro". Al lado de ella, Gisella, otra vendedora, interviene y discrepa: "cuando tuvimos talles grandes nadie los compraba y hubo que liquidarlos", dice. Las dos creen que la ley de talles aprobada recientemente en la Provincia y que exige que los comercios de ropa para adolescentes tengan en stock todas las medidas de los modelos que están a la venta va a poner a los comerciantes en un apuro, después de que los fabricantes anunciaran esta semana- que recurrirán a la Justicia porque consideran que la norma es inconstitucional y que atenta contra la libertad de comercio. También dicen que les resulta imposible cumplir con sus requisitos en los plazos establecidos, porque la ropa para la temporada primavera-verano ya fue fabricada antes de la sanción de la norma.

La Ley de talles es el resultado de una antigua lucha de las asociaciones de consumidores y de entidades de lucha contra los trastornos alimentarios, que no dudan de la existencia de una relación directa entre la falta de talles grandes de ropa para adolescentes y el incremento de los casos de bulimia y anorexia en la Argentina. No encontrar la ropa adecuada para su talle actúa en las chicas como un imperativo para alcanzar la figura modelo a toda costa. Eso, en conjunción con determinados factores de riesgo psicológicos, biológicos y sociales, representa un camino seguro hacia un trastorno alimentario, según afirman, por caso, en ALUBA (Asociación de Lucha contra la Bulimia y Anorexia), una de las entidades impulsoras del proyecto original, que pertenece a la ex diputada María del Cármen Banzas.

Frente al reclamo empresario, en tanto, la Provincia aseguró que no habró prórrogas, porque la ley fue consensuada con el sector. La norma estableció el 21 de junio pasado un plazo de 180 días para que fabricantes distribuidores y minoristas pongan las nuevas medidas en la cadena de comercializacin y establece nuevas reglas para la marcación de la indumentaria, obligando a eliminar las denominaciones "S", "M", "L" y "X" y a identificar las prendas con números del 38 al 48.

CAMBIAR EL IDEAL DE BELLEZA: EL DEBATE DE FONDO

En la misma sintonía, son muchas las iniciativas que, como la norma bonaerense, aparecen en el mundo para jaquear el legado de Twiggy, aquella modelo que en los años '60 impuso a la extrema delgadez como ideal de belleza femenina. Así, en Europa y Estados Unidos irrumpen con fuerza campañas publicitarias orientadas a generar un debate social y una reflexión interna entre las mujeres acerca de lo que es bello. Detrás de estas propuestas subyace la intención de recuperar una idea de "belleza natural", más cerca del común de las mujeres que de las super-modelos. O como los mismos mentores de las campañas eligen decir: a favor de una idea más amplia, sana y democrática de la belleza.

"La idea es ampliar el concepto de belleza y reconocer que esta no está sólo en los cánones establecidos y en una perfección que casi siempre es artificial, está llena de retoques y resulta inalcanzable para el común de las mujeres। Cada mujer tiene belleza en sí misma de una forma u otra y simplemente tiene que permitirse verla y descubrirla", indica, desde su página de Internet, una de estas campañas, impulsada por una popular marca de jabones y cremas faciales।

Recuperar la belleza natural de mujeres con canas, rollitos y arrugas es la intención declarada de la propuesta protagonizada, entre otras, por una bisabuela de 96 años, una mujer rellenita y otra llena de pecas, que saltaron a los carteles callejeros y a los avisos de la revistas marcando una diferencia.

Esa aparición generó un aplastante respaldo y no sólo porque la marca incrementó sus ventas y obtuvo resultados positivos, sino porque crecen las expresiones espontáneas de mujeres que saludan la iniciativa de ver en las publicidades a otras como ellas mismas o como sus amigas.

Hasta el último viernes, en la página de Internet de la campaña una significativa mayoría de votantes mostraba su apoyo en una encuesta organizada por la firma: 368.662 mujeres consideraban "perfecta" a la iniciativa contra otros 160.209, que la calificaban como "deficiente". Al mismo tiempo, 3.416 mujeres ya habían sumado su foto a una galería destinada a definir una nueva belleza y otras 17.566 habían firmado un libro de apoyo y hecho una donación para una fundación que busca apuntalar la autoestima de las mujeres que no se sienten lindas. Un grupo que sería más nutrido de lo que se cree, según los artífices de la campaña, que se basa en una investigación orientada a establecer un estereotipo actual acorde a la verdadera perecepción que las mujeres tienen de la belleza femenina. Y que descubrió que la mayoría no está satisfecha con su atractivo físico.

Algunos datos obtenidos en la Argentina (y que son coincidentes con los de otros rincones de la Tierra) alumbran conclusiones sorprendentes: sólo el 3% de las mujeres se siente linda, el 8% cree que es atractiva y apenas el 1% cree que es sexy.

La encuesta también arroja datos reveladores sobre la percepción de la relación belleza-éxito. Así, el 62% respondió que las más bellas son las que tienen mejores oportunidades en la vida y el 60% consideró que las físicamente atractivas son más valoradas por el sexo opuesto. En ese contexto, el 82% admitió que se sometería a una cirugía plástica y el 73% dijo percibir que la sociedad esperaque la mujer realce su atractivo físico.

La iniciativa de la marca de jabones no está sola. También en Estados Unidos crece paralelamente el número de campañas y anuncios en los que se destaca la belleza de las curvas femeninas en cuerpos comunes y corrientes.

Es un dato que parece coherente en un país donde la estética de las supermodelos choca con otra realidadad: un 63% de la población excedida de peso. Y donde esa paradoja redunda en millones gastados en cirugías estéticas, dietas, gimnasios y en la proliferación de trastornos alimenticios. A la versión norteamericana de la campaña de la compañía de jabones se sumaron posteriormente anuncios con la misma orientación de otras firmas basadas en la exhibición y reivindicación de la belleza de modelos rellenitas.

El antecedente más lejano de la tendencia lo establecía la cadena de tiendas Body Shop, con una campaña llamada "Ama a Tu Cuerpo" en donde una muñeca llamada Ruby (aludiendo a la abundancia de las modelos de Rubens) esclarecía a la población diciendo que por cada ocho mujeres que lucen como supermodelos hay 3.000 millones que se ven distintas a ese ideal de belleza.

EL RESPALDO DEL MUNDO ACADEMICO

Pero el respaldo no se limita a las mujeres que dejan su adhesión en la red, sino que se extiende al mundo académico y científico, donde se entiende que el estereotipo de belleza que impone la imagen de las modelos ultradelgadas ayuda a que se incremente la incidencia mundial de trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia.

Es que al decir de los especialistas, las imágenes de mujeres muy delgadas que bombardean constantemente las pantallas y las revistas estimulan una búsqueda de una imposible perfección en las mujeres comunes, sobre todo en las adolescentes.

Desde ese punto de vista, los especialistas destacan el valor de estas iniciativas para reducir un flagelo que en nuestro país alcanza proporciones alarmantes en todas las clases sociales y a edades cada vez más bajas.

Se estima que, después de Japón, la Argentina registra el porcentaje mas alto de mujeres con trastornos alimentarios. Y según las cifras que maneja Mabel Bello, psiquiatra y presidente de Aluba, uno de cada 10 jóvenes manifiesta hoy en la Argentina algún tipo de trastorno alimentario.

Para el nutricionista Norberto Russo, que es además presidente de Apadavis, una entidad de prevención de los trastornos alimentarios, se trata de dolencias con una incidencia creciente. El especialista dice que en los últimos años el número de consultas relacionadas con bulimia, anorexia y otros trastornos alimentarios se incrementó en nuestra región en el orden del 30%.

Y llama la atención sobre otro dato alarmante. La reducción de la edad a la que se registran los casos. Hoy llegan a los consultorios chicos de entre 7 y 9 años -una mayoría de mujeres, pero también algunos varones- que ya manifiestan serios trastornos de la alimentación.

Para Russo como para otros nutricionistas, psicólogos y psiquiatras enrolados en la lucha contra estos trastornos, cambiar los modelos de belleza a través de nuevos conceptos publicitarios y de una ley de talles es un buen comienzo, pero no alcanza. Estos especialistas destacan que en los trastornos alimentarios concurren factores psicológicos, biológicos y sociales que habría que combatir paralelamente para reducir la incidencia alarmante de estas enfermedades.

Destacan que en los últimos años los cambios en los hábitos familiares han determinado que los chicos coman solos y sin contención desde edades muy tempranas, un factor que puede ser explosivo en menores con factores de riesgo psicológico que los hacen proclives a los trastornos alimentarios.

Y al referirse a esos factores destacan que la misma realidad social que vive el país hace que los padres incrementen en sus hijos la sensación de inseguridad, que es uno de los disparadores que se encuentra en la base de estas afecciones.

Pero no es todo. También subrayan que en los últimos años se otorgó más importancia a los factores biológicos presentes en la base de estas dolencias, tales como ciertas deficiencias en los neurotransmisores que hoy se consideran insoslayables a la hora de encarar tratamientos que comprometen a profesionales de cada vez más disciplinas.

Estos especialistas entienden que, en este marco, la influencia cultural aparece como un tercer factor detrás de los componentes psicológicos y biológicos del problema. Y asumen que hacer foco solamente en él sería una medida complementaria e insuficiente para reducir un flagelo cada vez más difícil de controlar en los consultorios, donde recuperar a una adolescente bulímica o anoréxica puede demandar entre 4 y 5 años de arduo trabajo no siempre coronado por el éxito.

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Somos lo que comemos

piramide_alimentaria_saludable.jpgTodo lo que ingerimos y más cuando se trata de alimentos que no son adecuados o presentan algunas deficiencias en cuanto al aporte nutritivo, se manifiesta con el paso de los años en nuestro organismo, al igual que sucede con las dietas hipocalóricas o las que muchas personas realizan sin prescripción médica.

Durante los años 60 se elaboraron una gran cantidad de pirámides alimentarias sin ningún rigor científico y en las cuales indicaban como aconsejables algunos alimentos como las carnes, los huevos o la leche como primordiales, que necesarios lo son, pero esto ocasionó el aumento de los problemas circulatorios, problemas cardiacos, diabetes, etc.

Todavía rondan algunas publicaciones con este tipo de pirámides y lo más asombroso, que a pesar de las informaciones publicadas en diversos medios, actualmente hay quien las sigue pensando que son las más beneficiosas para el organismo.

Vigorexia



Aunque la vigorexia no es precisamente un trastorno de la alimentación, si guarda con estos mucha relación pues sus causas subyacen en los problemas de índole socio-cultural, los afectados presentan falta de aceptación y dismorfia corporal, además de un narcisismo patente parecido al de las personas anoréxicas; mientras las anoréxicas se ven gordas y luchan por rebajar y además lucen su flacura con orgullo; las persona vigoréxicas se sienten escualidas y quieren aumentar cada día más su masa muscular y también lucen con orgullo su apariencia exageradamente musculosa.

El psiquiatra estadounidense Harrison G. Pope del Hospital Mac Lean de la Facultad de Medicina de Harvard en Belmonte (Massachusetts) y sus colegas de las Universidades de Providence y de Keele denominaron como vigorexia a un trastorno mental relacionado con la adicción a la musculación que descubrieron mientras investigaban el uso y abuso de los esteroides anabólicos en los fisicoculturistas.

Pope, quien comenzó a estudiar el trastorno a principios de la década de 1990, publicó diez años después el primer estudio comparado y controlado sobre Vigorexia en la Gaceta de Psiquiatría de Estados Unidos. La investigación descubrió que entre los más de nueve millones de estadounidenses que acuden regularmente a gimnasios, cerca de un millón podrían estar afectados por este desorden.


Las personas que padecen vigorexia tienen tal obsesión por verse musculosas que se miran constantemente en el espejo y nunca se ven satisfechos. Como se ven muy delgados para su gusto emplean todos los medios disponibles para aumentar su masa muscular. Se aíslan en el gimnasio durante horas para levantar pesas y aunque estén lesionados siguen tratando de sacar más músculos; siguen dietas bajas en grasas y ricas en hidratos de carbono y proteínas para aumentar la masa muscular -sin tener en cuenta el desbalance- y abusan de sustancias como hormonas y esteroides anabólicos. Estas últimas producen el aumento de la masa muscular, pero también anomalías hepáticas que con el tiempo pueden degenerar en cáncer de hígado.



La enfermedad deriva entonces en un cuadro obsesivo compulsivo que hace que las personas afectadas se sientan fracasadas, abandonen sus actividades y se encierren en gimnasios día y noche. El ejercicio comienza a tener prioridad por sobre cualquier actividad social, e incluso laboral. Son capaces de rechazar buenos trabajos para no sacrificar sus horas de gimnasio, además evitarán situaciones en que tengan que mostrar su cuerpo ya que consideran no es lo suficientemente bueno como para enseñarlo. Para evitar la angustia de mostrarlo, visten desde el cuello a los pies con ropa muy amplia.




Pope y su equipo de investigadores consideran al respecto que: " la vigorexia está relacionada con el desorden obsesivo compulsivo. Y que, probablemente, existe cierta predisposición biológica que hace que ciertos hombres sean más obsesivos que otros. En el trastorno obsesivo compulsivo clásico, la gente lava sus manos trescientas veces al día, por ejemplo. Esto es lo mismo, sólo que en vez de existir una obsesión por la limpieza y una compulsión por lavarse las manos, hay una preocupación por los músculos y una compulsión por levantar pesas y comer proteínas".

Pero aunque biológicamente pueden existir explicaciones a este trastorno -por desequilibrios en los niveles de serotonina y otros neurotransmisores cerebrales- no cabe duda de que los factores socio-culturales y educativos tienen una gran influencia. Los hombres, al igual que las mujeres, son sometidos a un constante bombardeo mediático del ideal actual del cuerpo perfecto, además se les enseña que un aspecto físico vigoroso es sinónimo de confianza personal, éxito o incluso salud.


Los tratamientos de las personas afectadas por vigorexia, por lo tanto, tienen que ser multidisciplinares y combinar la farmacología con terapias cognitivo-conductuales. Desafortunadamente muchos enfermos se niegan a recibir tratamiento, aunque admiten que temen dejar las pesas, los anabolizantes y esteroides, ante la perspectiva de acabar atrofiándose físicamente.

La vigorexia no es estrictamente un trastorno alimentario, pero sí comparte la patología de la preocupación obsesiva por la figura y una distorsión del esquema corporal. Por eso cuando el doctor Pope escribió por primera vez sobre este trastorno lo llamó "anorexia reversa", porque era como la anorexia nerviosa, pero al revés: mientras en la anorexia hay una búsqueda enfermiza por la delgadez, en la vigorexia la hay por el volumen. Así los pacientes aquejados de vigorexia comparten con los dismórficos y anoréxicos los mismos pensamientos obsesivos y siguen unos rituales reiterativos ante el espejo que les devuelve su imagen distorsionada.

http://www.alfinal.com/nutricion/vigorexia.shtml

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Cuidado con la 'alcoholexia'

Martini Navegando por la Web, me tomé con este interesante artículo en el New York Times que habla de un nuevo -y alarmante- fenómeno que afecta a cada vez más mujeres: la "drunkorexia" (o alcoholexia), que no es más que una palabra inventada entre el prefijo "Drunk" (alcoholizado, borracho) con el conocido mal de la anorexia.

Aunque el término no es una definición médica oficial, es indicativo de un fenómeno que combina la adicción al alcohol con problemas más graves alimenticios. Aquellos que se conocen como "alcoholéxicos" son típicamente jóvenes -en su mayoría mujeres- que se matan de hambre todo el día para no consumir calorías y compensar las que sí consumen en la forma de alcohol.

Los anoréxicos, dice el artículo, tienden a evitar el alcohol, simplemente porque restringen su consumo de calorías diarias. Pero hay otros que usan el alcohol como su única fuente de calorías. Un médico que cita el artículo dice que cada vez son más las mujeres a quienes les da pavor meterse una uva en la boca, pero que no tienen ningún problema en tomarse un martini.

El artículo cita el caso de varias mujeres que sufren de este mal y las fatales consecuencias que ha tenido en sus carreras y familias. Esta condición, como cualquier otra adicción o mal alimenticio, debe ser tratada por un especialista.

--Laura Martínez


Véronique
Sonia Sarfati
Traducción de Valeria Castelló-Joubert.
Buenos Aires, Editorial Cántaro, 2001. Colección Aldea literaria. (Desde los 15 años)
"Gabrielle y Véronique son casi como hermanas. Tienen quince años y se conocen profundamente. Sin embargo algo comienza a cambiar entre ellas. Mientras Gabrielle se enamora por primera vez, Véronique se vuelve posesiva y envidiosa. Está obsesionada con ser cada vez más delgada. Y quiere lograrlo a cualquier precio.
"Pero Gabrielle no está dispuesta a ver cómo su mejor amiga pierde el apetito por la vida. Es hora de que, juntas, prueben que son de 'la raza de los sobrevivientes'."
La editorial preparó, aparte del libro, "un dossier con propuestas de trabajo para los docentes, con actividades de reflexión, debate y producción acerca del valor de la imagen corporal a lo largo de la historia y en la actualidad. También incluye una guía sobre el rol docente ante situaciones de trastornos de la alimentación, como bulimia y anorexia."
(Textos extraídos de la contratapa y del catálogo editorial)

COMER: TODO UN ARTE

Resulta claro que para el mantenimiento del equilibrio y la salud de cualquier ser vivo es imprescindible alimentarse. Ahora bien, en el hombre los actos de comer y beber no sólo representan una conducta biológica destinada a la supervivencia, sino que son actos que tienen en conjunto un gran significado social y cultural.

Precisamente por la fuerte carga simbólica de la conducta de comer, ésta puede servir de vehículo de expresión de algunas enfermedades. Esta conducta anómala se encuentra con frecuencia en trastornos de la alimentación que no dependen de una perturbación directa de los mecanismos neurofisiológicos del hambre y la sed, sino que son recursos expresivos mediante los cuales el individuo manifiesta sus disconformidades con el ambiente y sus problemas afectivos.

El acto de comer es un fenómeno de comunicación social, con todas las implicaciones que esto comporta. Por ejemplo, una persona que por motivos de salud debe seguir una dieta muy estricta, puede llegar a sentirse parcialmente excluida del grupo del que forma parte, lo cual puede repercutir desfavorablemente sobre su salud, aún en el caso de que la dieta prescrita fuese correcta en términos estrictamente médicos.

Pueden existir, y esta posibilidad nunca debe ser olvidada, abundantes causas orgánicas como afecciones digestivas, infecciosas, metabólicas y neurológicas, que pueden producir problemas en relación con la cantidad de comida que se ingiere.

En otros casos, el trastorno alimentario es un síntoma, aislado o no, de un trastorno de la personalidad del individuo o de alguna función de su vida psíquica. Estos trastornos en la alimentación, fáciles de entender si se considera la importancia de las comidas dentro de la vida de relación de la persona, puede ser expresión de diversos sentimientos, inadaptación, conflictos, oposiciones, ansiedad...

Por ejemplo, puede considerarse que en los estados de depresión hay tendencia a la anorexia, mientras que en los estados de ansiedad, pueden producirse el mismo síntoma o, por el contrario, presentarse conductas impulsivas y abusivas respecto a la comida, como un intento de olvidar la sensación de ansiedad.

La persona en armonía, adaptada a las tensiones de su ambiente, presenta unas reacciones normales a las sensaciones de hambre y sed, sin caer en trastornos por exceso o defecto.

SILVIA BAUTISTA

Publicado en MadridSureste, enero de 1.999