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OBESIDAD

11:53 | jueves, 05 de marzo de 2009 Noticias | Ciudad y Región
La discriminaron por obesa y no pudo asociarse a una prepaga
Pese a la ley que ordena que las obras sociales deberán reconocer la obesidad como enfermedad, hay muchas empresas de la salud que incumplen la norma. Inés pesa más de 100 kilos y fue rechazada a la hora de adherirse a una cobertura. "Sacaron una tablita para calcular peso y altura y me dijeron que no", relató
El centímetro, un elemento para determinar si alguien tiene o no cobertura médica.
El centímetro, un elemento para determinar si alguien tiene o no cobertura médica.

Pese al proyecto de ley sancionado por la Cámara de Senadores que ordena que la medicina prepaga y las obras sociales deberán reconocer a la obesidad como enfermedad, hay muchas empresas de la salud que esquivan cumplir esta norma. Inés, una mujer que pesa un poco más de 100 kilos, inició los trámites para obtener una medicina pre paga y la rechazaron a causa de su peso en la entrevista de admisión.

Si bien Inés tenía desde hacía años una prepaga, contó en declaraciones al programa Diez puntos, de Radio 2, que tras una serie de incrementos tuvo que abandonarla y buscar una cuyo costo se ajustara a sus posibilidades. Es así que comenzó un largo peregrinaje por distintas empresas hasta encontrar una que en la ecuación costo beneficio parecía convenirle. Pero al final no fue así. La mujer y su familia tuvieron que afrontar una situación más que degradante por padecer obesidad.

"Primero llamé por teléfono a la empresa y me dijeron que enviarían una asesora a mi casa para completar los formularios y requisitos", relató Inés y añadió: "La persona vino, nos observó a mi marido y a mí, y nos preguntó el peso. Rápidamente sacó una tablita para comparar peso y altura y dijo que no".

Ahí mismo, la mujer que padece obesidad y su peso al igual que el de su esposo excede los 100 kilos intuyó que había un problema. La tabla, aparentemente para medir la masa muscular de la mujer y su esposo, dio un número mayor al que la prepaga acepta. "Dijo que no podían ingresar personas con más de 100 kilos, que esto pasaba en esa empresa y en muchas otras", relató la mujer que en ese mismo momento perdió la esperanza de atenderse a través de la compañía junto con su esposo y sus dos hijos. "Incluso mi hijo que mide 1,90 y pesa 80 kilos pero no es obeso también quedó afuera", añadió.

Por último, señaló: "Me quedó claro después de la entrevista que como las empresas están obligadas a cubrir la operación de by pass gástrico, muchos pacientes se adhieren para conseguir la intervención y las compañías se atajan ante esa demanda".

Hecha la ley, hecha la trampa

Aunque la ley para cubrir esas patologías ya fue implementada, no hay un ente que regule el cumplimiento de las empresas médicas y las obras sociales en esa dirección.

El de Inés es tan sólo un caso testigo de una realidad que deben afrontar todas las personas que padecen obesidad a la hora de obtener una cobertura médica. Aunque la Ley de Obesidad y Trastornos Alimentarios –bulimia y anorexia– fue aprobada por unanimidad en agosto de 2008 por la Cámara de Senadores todavía hay un largo camino por recorrer. Es que las empresas aún no conciben la idea de aceptar entre sus filas de adherentes a personas que no son suficientemente jóvenes, completamente sanas ni se90-60-90, que no

Como consecuencia de la norma, las obras sociales y empresas de medicina privada deberán incluir en el Programa Médico Obligatorio (PMO) la obesidad, la bulimia y la anorexia para poder brindar los tratamientos necesarios para abordarlas.

Sin embargo, desde el comienzo las empresas cuestionaron los alcances de esta normativa y en muchos casos asumieron que trasladarán los costos a las cuotas de los afiliados. Claro, que en casos como el de Inés, directamente discriminan a aquellos que padecen alguno de esos trastornos.

En contacto con Radio 2, la asesora en salud de la Oficina Municipal de Defensa del Consumidor, Gabriela Sad, señaló que lamentablemente esa actitud es una especie de "apercibimiento cada vez que se incorpora una enfermedad nueva como cobertura de la pre paga o dentro del programa médico obligatorio medic obligatorio".

"Es una mala consecuencia aunque normal del modus operandi de las empresas de este tipo", apuntó y reconoció que el problema estructural responder a la falta de regulación de este tipo de compañías. "Aunque hay proyectos en este sentido y el último hasta obtuvo la media sanción, hasta el momento no hay control sobre la cobertura de enfermedades que pueden considerarse pre existentes. Incluso muchas empresas a determinada edad tampoco aceptan afiliados", reconoció.

Fundamentos de la norma

El proyecto contempla la cobertura de tratamientos necesarios para combatir estas enfermedades y atenderlas en forma integral. Así prevé las prácticas quirúrgicas, farmacológicas, clínicas y nutricionales.

Dentro de los fundamentos del proyecto se incluye la responsabilidad del Estado para realizar campañas de información, tareas de prevención y control sobre los trastornos alimentarios.

Otra incorporación -realizada por la cámara de Diputados- consiste en que ciertos alimentos tendrán que llevar en sus envases la leyenda “el consumo excesivo es perjudicial para la salud”, tal como lo tienen en la actualidad las etiquetas de las bebidas alcohólicas y los paquetes de cigarrillos.

http://www.rosario3.com/noticias/noticias.aspx?idNot=46470

ALUBA

Se crea la primera delegación en la provincia

Aluba se instalará en Santa Fe para tratar la bulimia y anorexia

La entidad lleva 23 años trabajando con pacientes con trastornos alimentarios. Cuando terminen de refaccionar el inmueble, los profesionales comenzarán a atender en nuestra ciudad.

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Un cartel de la campaña publicitaria de la firma de moda Nolita, que muestra a una mujer anoréxica, había desatado polémica en Italia.

Foto: Archivo El Litoral

Mariela Goy

mgoy@ellitoral.com

Parece impensado que una adolescente llegue a pesar poco más de 40 kilos porque no ingiere alimentos. O que se encierre en su habitación por horas con la luz apagada, sin tener contacto con nadie. O que haya que acompañarla al baño, para controlar que no se provoque el vómito cuando se ducha. O que deba abandonar la escuela por el deterioro de su salud.

Cientos de casos como estos llegan a la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), entidad que próximamente abrirá sus puertas en nuestra ciudad. Será la primera delegación creada en la provincia de Santa Fe para el tratamiento de los trastornos alimentarios en un país donde uno de cada 25 jóvenes padece este tipo de enfermedad.

Por el momento se está refaccionando la sede que funcionará en un local alquilado, sito en la esquina de 4 de Enero e Irigoyen Freyre, frente a la escuela de Comercio. Apenas se culminen los trabajos de reparación general del inmueble -probablemente para marzo-, un equipo de profesionales comenzará a atender en la ciudad.

Hasta ahora, las jóvenes que padecen bulimia y anorexia deben viajar a Paraná donde funciona la delegación más cercana de la entidad. De 90 pacientes que se atienden allí, el 40% proviene de Santa Fe. “La iniciativa de traer Aluba acá surgió de un grupo de padres santafesinos que tiene sus hijos en tratamiento en Paraná. Pidieron la autorización a la comisión directiva y se la concedieron porque aún no hay ninguna delegación en la provincia”, señaló Rodolfo Montero, delegado de Aluba Entre Ríos, y padre de una ex paciente, que está asesorando en la organización de la sede local.

Aluba es una organización no gubernamental fundada en el país en el año 1985 por iniciativa de la médica psiquiatra Mabel Bello, quien ideó un modelo terapéutico para el tratamiento y prevención de las patologías de los trastornos alimentarios. La delegación de Santa Fe se sumará a las otras 12 diseminadas por el país y el exterior, dado que se hay centros en Montevideo y Barcelona.

La entidad se financia con el aporte de los padres de las pacientes: en algunos casos las obras sociales se hacen cargo y en otros, no. “Hoy tenemos un 40% de becadas porque lo importante es que nadie se quede sin tratamiento”, sostuvo Montero, quien añadió que el arreglo del inmueble de 4 de Enero e Irigoyen Freyre se está haciendo a pulmón, con mucho esfuerzo.

Este padre paranaense sostiene, quizá por experiencia, que lo más importante es el compromiso de la familia. Tanto la bulimia como la anorexia son trastornos que requieren 4 ó 5 años de recuperación del enfermo y unos nervios de acero de los familiares cercanos.

Todas las edades, ambos sexos

La licenciada en Psicología, Alicia Bello, hermana de la fundadora de Aluba y coordinadora de las delegaciones, dio a El Litoral algunas estadísticas. De los 3.000 pacientes que atienden en en país, el 10% son hombres. Cuando Aluba empezó hace 23 años, la población que sufría estos trastornos tenía entre 12 y 18 años. Hoy están tratando a chicos de 3 años o más y a mayores de 40.

¿Qué es la bulimia y la anorexia? Son trastornos alimentarios que están tipificados en la psiquiatría. “El síntoma es con la comida pero la enfermedad es psiquiátrica”, explica Bello.

Se llama anorexia al rechazo irracional hacia la comida que trae aparejada una tendencia a la desnutrición. La bulimia tiene como característica principal la ingestión de grandes cantidades de alimentos durante un corto período de tiempo (atracones) y con un temor intenso a engordar. Ambas enfermedades comparten síntomas y son “multicausales”, dice Bello.

Según sostiene, “tienen que ver con lo genético, con lo cultural y familiar, con una estructura aditiva del enfermo y la presión social, porque hoy ser gordo o viejo es mala palabra. Eso confunde mucho a los jóvenes que están buscando su identidad y a los padres que quieren que sus hijos encajen con el modelo impuesto”. Normalmente hay un hecho disparador del trastorno que puede ser circunstancial, como haber comenzado una dieta.

Ahora también están ingresando a Aluba casos de “vigorexia”, es decir, personas que se ven flacas y se convierten en adictas al gimnasio y a los anabólicos y terminan con un desequilibrio emocional.

Se recuperan

Actualmente estas enfermedades tienen tratamientos, pero si no son tomadas a tiempo pueden llevar a la muerte. El método de Aluba se basa en la asistencia interdisciplinaria: psicológica, psiquiátrica, clínica, con grupos de apoyo y trabajo con las familias y el entorno del paciente.

“Son procesos de recuperación largos porque hay muchas posibilidades de recaída. Si el paciente está en crisis entra en una meseta, después avanza mucho pero puede recaer, igual que un adicto. El paciente tiene miedo a vivir, al fracaso, a su sexualidad, hay que brindar mucha contención”, agrega Bello.

Aluba también pone el acento en la prevención, por eso brinda charlas, reparte volantes informativos y recibe a pasantes de los posgrados en patología alimentaria.

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ADEMÁS

Síntomas

El anoréxico tiene terror a engordar: se somete a dietas severas, cuenta las calorías de todo, come trozos pequeños, usa laxantes o diuréticos para purgar el cuerpo, tiene rituales con la comida. Vive pálido, con frío, pierde mucho peso, se siente débil y sufre mareos. Realiza hiperactividad para bajar de peso, se aísla socialmente, el carácter se vuelve irritable, existe depresión en el 40 ó 45% de los casos, tiene conductas obsesivas, autoexigencia, rechazo a la sexualidad.

Las conductas del bulímico, en cambio, pasan por los atracones, su forma de comer compulsiva y a escondidas. Se provoca vómitos, abusa de laxantes y diuréticos. Esto le causa fatiga, bruscos cambios de peso, marcas en las manos y hasta pérdida de dientes por el ácido gástrico. Se vuelve irritable, se siente culpable, oscila entre la autoexigencia y el abandono, entre la euforia y la depresión.

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LA FIGURA

Un calvario para la familia

Elsa Díaz es abuela de una adolescente anoréxica en recuperación. Forma parte del grupo de padres que está organizando la delegación local de Aluba. Su testimonio sirve de referencia para que las personas que tengan un familiar enfermo puedan buscar ayuda en la entidad.

“Todos entramos a Aluba terriblemente mal y desorientados, sin saber qué hacer, y allí encontramos una guía. La enfermedad de mi nieta, que vive conmigo, saltó cuando la llevé a una guardia porque tenía los ganglios inflamados y yo le dije a la médica que me preocupaba porque estaba bajando de peso y casi no comía. La doctora dejó los ganglios a un lado, la pesó, la midió, le hizo preguntas y me dijo “esta chica es anoréxica’. Por entonces, ella tenía 15 años y pesaba 43 kilos. Yo antes había escuchado sobre la enfermedad, pero uno siempre piensa que le va a tocar a otro.

A ella le diagnosticaron “anorexia nerviosa’, no comía, se dejaba estar, podía pasar todo el día en su cuarto con la luz apagada y no salía ni hablaba con nadie. Se fue introvirtiendo. Tuvo que dejar la escuela porque su salud es prioridad.

“Aprendió a engañarme en lo que se refiere a la comida, hay que controlarla en todo momento en las ingestas, y hasta cuando va al baño, porque si tira la cadena o abre la ducha puede vomitar sin ser escuchada.

“Hay una fase del tratamiento de Aluba en la que tiene que ir todos los días, de 8 a 17 horas: come allí, la atienden médicos, psicólogos y psiquiatras, se forman grupos de autoyuda. La familia también tiene que aprender a contener al paciente.

“Todo empieza con una anormalidad en la alimentación, pero la raíz es psicológica. Gracias a Dios la enfermedad se cura, pero mientras tanto la familia debe apoyar mucho. Se cambian los hábitos: no más televisor a la hora de la comida, no llevar bandejas a la mesa, sino servir la porción en el plato, comer 6 veces al día. Al principio es difícil; ella daba vueltas toda la mañana para tomar un vaso de leche. Después de un año de tratamiento, está mejor”.

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